Cuando una pareja, una familia y unos amigos te reciben de una manera especial en un lugar especial, es cuando empiezas a sentir que ser Fotógrafo de Bodas
es mucho más que una profesión; da igual que sea en tu ciudad o en una ciudad vecina tan impresionante como Granada
y en una finca tan coqueta como la de la familia de la novia en Láchar, a unos 25 minutos de la ciudad. Con Álex y Elena hemos vivido una boda típica de finca familiar, con muchos invitados pero muy cómoda. Acompañado a las cámaras de la sensibilidad y el cariño de la fotógrafa Jana Blues, nos dieron mas de las 5 de la mañana y sin ganas de marcharnos de lo bien que estuvimos.
Yo me encargué de Álex que instaló su lugar de operaciones en pleno centro de Granada, junto a la Alhambra, en el Hotel Alhambra Palace, con vistas al monumento por un lado y con una perspectiva de la ciudad altamente envidiable. Decoración moruna, colores tierra, blanco y granate, algunos dorados, arcos moriscos de herradura, artesonados, grandes escaleras,... un sinfín de localizaciones en la que hubiéramos necesitado el triple de tiempo para no venirnos con la sensación de faltarnos alguna foto más, y eso que hicimos muchas.. Tras un rato me quedé yo sólo con Álex y Jana volvió a la finca para ir arrancando con la novia. Mientras yo volvía en en el Z4 biplaza del padre de Álex.
La finca, a las afueras del pueblo y rodeada de muros blancos encalados, cuenta con dos construcciones también de un blanco reluciente y construcción sencilla andaluza. Elena se vistió en una de ellas, en una habitación con mobiliario antiguo, algo barroco, armario de formas sinuosas, color caoba y dos lunas centrales de espejo, cama con cabecero de madera y lámpara de cristales. El mobiliario y el vestido de la novia conjugaban perfectamente, siendo este bastante sencillo, rememoraba a épocas distantes, de aire medieval. Tirantes con un nudo y blonda, tela caída sin llegar a ceñir el fino cuerpo de la novia, con pequeños ramilletes bordados en la parte superior y un cinturón de la misma tela. Todo rematado con una destacable corona de flores muy primaveral y un ramo en los que predominaba el blanco salpicado con unos pocos amarillos y malvas muy discretos.
La ceremonia, en la parte baja de la finca, siguiendo un camino empedrado que se tornaba de chinos al final, bajo una arboleda donde se disponían sillas blancas para los invitados y la mesa del oficio entre maquinaria agrícola antigua. Un oficio preciosista en palabras, muy bien dirigido por una pareja amiga y con discursos de hermanos y amigos que eran un cumulo de anécdotas de cuando eran "mas jóvenes", de amigos en pisos compartidos, de vacaciones y erasmus,...
Ser Fotógrafo de Bodas en Granada
asi... una y mil veces!!!